Un dolor real: Cuando la depresión se disfraza de felicidad

A veces, la gente cree que la depresión se ve como alguien encerrado en su cuarto, con la mirada perdida y sin ganas de hablar. Pero la realidad es mucho más compleja. Un dolor real (A Real Pain), de Jesse Eisenberg, lo deja claro: hay quienes enmascaran su dolor con chistes, exabruptos de ira y una efusividad que no es más que un grito de auxilio.

La película sigue a Benji (Kieran Culkin) y David (Jesse Eisenberg), dos primos que viajan a Polonia tras la muerte de su abuela, supuestamente para reconectar con sus raíces. Pero el verdadero viaje no es a través de la historia familiar, sino dentro de la mente de dos hombres que lidian con el dolor de maneras completamente opuestas.

Benji: la depresión que nadie quiere ver

Benji es el alma de la fiesta, el que siempre tiene una broma lista y el que parece no tomarse nada en serio. Pero detrás de esa fachada está un hombre destrozado. Su depresión, que ya venía arrastrando, se intensificó tras la muerte de su abuela. Ella era su ancla emocional, y sin ella, todo lo que le quedaba era una sensación de vacío que intentaba llenar con explosiones de energía y sarcasmo.

Es un claro caso de depresión enmascarada: ese tipo de sufrimiento que no se expresa con lágrimas ni aislamiento, sino con actitudes extremas. Benji oscila entre la euforia y la ira, entre la diversión y el descontrol, y el problema es que nadie a su alrededor parece darse cuenta de que está en caída libre.

David: el que prefiere no involucrarse

David es el otro extremo. Mientras Benji grita su dolor de forma caótica, David simplemente lo ignora. No porque sea cruel, sino porque ha aprendido a desconectarse emocionalmente. Se enfoca en su vida, en sus cosas, sin preocuparse demasiado por lo que pasa a su alrededor. No entiende el sufrimiento de su primo, y en lugar de tratar de ayudarlo, se mantiene a distancia.

Lo interesante es que Benji lo confronta una y otra vez. Le recuerda que, cuando eran más jóvenes, David era más divertido, más espontáneo. Ese reclamo no es nostalgia, es un reproche: Benji siente que David se ha vuelto insensible, que se ha cerrado al mundo. Y en cierta forma, tiene razón.

La herencia del dolor

La muerte de la abuela no es solo la pérdida de un ser querido, es también el símbolo de una historia familiar marcada por el sufrimiento. La mujer sobrevivió al Holocausto, y aunque sus nietos no vivieron ese horror, llevan consigo el peso de esa memoria. La película nos muestra cómo el trauma no desaparece con el tiempo, sino que se hereda, se transforma y sigue afectando a quienes vienen después.

Y aquí está lo más fuerte: mientras David elige ignorar esa carga, Benji la siente con todo el peso sobre sus hombros.

Un dolor real: Tan real como la depresión

Un dolor real no es una película fácil de ver, pero es una que deja marca. Nos enfrenta con una realidad que muchos prefieren evitar: la depresión no siempre se ve como la imaginamos. A veces, el que más hace reír es el que más está sufriendo. A veces, el que parece tener todo bajo control es el que más se ha desconectado del mundo.

Y la pregunta que nos deja es incómoda: ¿Cuántas veces hemos ignorado el dolor de alguien solo porque no se veía como esperábamos?

Estreno

No te pierdas la oportunidad de ver esta filme en tu cine favorito a partir del 6 de febrero.