‘Deliver Me from Nowhere’: el retrato más íntimo y humano de Bruce Springsteen

Lejos de los biopics convencionales que buscan resumir toda una vida en dos horas, Deliver Me from Nowhere se concentra en un solo instante crucial de la historia musical: la creación de Nebraska (1982), uno de los discos más introspectivos y trascendentales de Bruce Springsteen. La película tendrá su estreno en cines el próximo 23 de octubre

Dirigida con una mirada profundamente emocional, la cinta se adentra en el universo interior de The Boss, mostrando a un hombre en crisis, pero también a un artista en pleno dominio de su sensibilidad creativa. Jeremy Allen White (The Bear) interpreta a un joven Bruce con una intensidad contenida, capaz de reflejar tanto la soledad del músico como la pasión con la que volcaba sus emociones en cada canción.

Ambientada en los años 80, la película nos transporta a una etapa en la que la música era su refugio. Desde tocar en pequeños bares hasta grabar en la intimidad de su habitación con un casete de cuatro pistas, Springsteen encuentra en el acto de crear una forma de entenderse a sí mismo. No busca el éxito ni la perfección técnica, sino la verdad emocional. Y lo más fascinante es cómo tenía en claro la manera de proyectar el sentimiento de cada canción, construyendo melodías y letras que reflejan exactamente lo que vivía y sentía en ese momento.

Deliver Me from Nowhere no se enfoca en los años dorados de la fama, sino en la oscuridad previa a ella: los recuerdos de su infancia, las tensiones familiares, la duda constante sobre su propósito. Todo eso se convierte en el combustible de su arte. La película retrata a Springsteen como un hombre que lucha con sus fantasmas personales mientras transforma su dolor en música, dando origen a una de las obras más honestas de su carrera.

Visualmente, la película acompaña ese tono introspectivo con una fotografía sobria y melancólica, donde cada plano parece una extensión del alma del protagonista. Las pausas, los silencios y los matices en la actuación de White convierten esta historia en una experiencia sensorial, más que en un relato lineal.

Lejos de ser una producción de ritmo frenético, Deliver Me from Nowhere se disfruta “a fuego lento”. Es una película que invita a la reflexión, al silencio y a mirar de cerca el proceso creativo de un artista que nunca tuvo miedo de mostrarse vulnerable.

Gilberto García/El Telégrafo