Mexicanos comienzan a hacer tendencia en el reciclaje de ropa que ya no tendrá algún uso, esto con el fin de convertirla en insumo para diversidad industrias. Estos desechos han originado inundaciones en los basurales de la ciudad, trayendo futuras consecuencias agraviantes para el medio ambiente.
La empresa michoacana Marbes, reutilizó residuo de prendas y desechos de tela para procrear fibras que se utilizan en tres plantas recicladoras en las instalaciones, aplicadas en el área automotriz, trayendo consigo éxito en la empresa.
Alfonso Martínez, director general de la empresa, especificó el proceso que conllevan las fibras para su reutilización.
“La fibra es modelada y convertida en aislante acústico para los vehículos que pueden ser incorporados al piso de los vehículos, entre el motor y el conductor, en puertas o en el cofre del auto”
“También en el sector de la construcción la tela vieja puede transformarse en una lámina que se coloca debajo de las alfombras en hoteles, centros de convenciones o salones de baile y que permite servir como aislante acústico y amortiguador”, explicó el director general de Marbes.
Agregó que la empresa recibió una alta demanda de colchones, mismas que sirvieron para soporte y aislamiento de los resortes.
Diversas empresas recibieron donaciones de ropa usada, de los cuales el 50 por ciento se han reutilizado y el resto desechado. La materia prima logró transformarlos en productos útiles, evitando su decadencia en mares y océanos que provocan la contaminación del agua y el peligro de animales acuáticos que habitan en mencionadas zonas.
Grupos ambientalistas han estimado que México desperdicia una aproximación de 200 toneladas de prendas de ropa al año.
Por otro lado, más 1,700 toneladas al año son adquiridas cada 12 meses en la temporada de regreso a clases, desechando o desusando más de 270 toneladas en mencionado tiempo.
Tindeo especificó que una niña o niño consume tres playeras, tres pantalones, dos vestidos, sudaderas deportivas, dos pares de tenis, dos suéteres, dos abrigos, como promedio en el país.
El exceso de consumo de ropa usada comenzó a partir de una tendencia de precios accesibles para el público en general, así lo señaló Cynthia Gómez, académica de la Universidad Iberoamericana.
“Este sistema tuvo tal éxito que se sacrificó la calidad de los textiles y de la confección para tener rápidamente un producto barato en piso de venta, generando lo que estamos viviendo ahora: una moda desechable y contaminante”, mencionó.
“Tal vez esto no sería problema si nuestra ropa fuera biodegradable, que la pudieras tirar y desapareciera en cuestión de meses. Pero la mayoría de las prendas que usamos hoy están hechas de materiales sintéticos, como poliéster o nylon”, afirmó.
La Fundación Ellen McArthur consideró que las tiendas principalmente dedicadas a la moda, son las más contaminantes, ya que se afirmó que los camiones desechan textiles.
“El sector del vestido es responsable del desperdicio de 92 millones de toneladas al año y del 10 por ciento de las emisiones globales de carbono” afirmó el foro Económico Mundial.”
Agregó que el 83 por ciento de los ciudadanos guardan la ropa o la distribuyen entre familiares o destinárselas a alguna institución, procreando una tendencia de consumo responsable.
Entre ellos las personas de 25 a 34 años, equivalen al 12 por ciento de la población que guardan y utilizan menormente las prendas de vestir.
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