‘Hot Milk’: ¿Vale la pena verla?

La película Hot Milk, dirigida y escrita por Rebecca Lenkiewicz, llega a los cines este 3 de julio con una historia que va más allá de un romance entre dos mujeres. Aunque el póster y el inicio pueden hacer pensar que se trata solo de una historia de amor LGBT, la película esconde conflictos familiares, secretos y emociones profundas que dan mucho de qué hablar.

Basada en el libro del mismo nombre escrito por Deborah Levy, Hot Milk fue grabada en el sur de España, especialmente en las playas de Almería, lo que le da a la historia un ambiente cálido y reflexivo.

La protagonista es Sofía (Emma Mackey), una joven que cuida a su madre Rose (Fiona Shaw), quien asegura no poder moverse por una enfermedad en las piernas. Esta situación mantiene a Sofía atada a su madre, hasta que aparece Ingrid (Vicky Krieps), una mujer misteriosa con la que Sofía siente una conexión inmediata. Su relación crece rápidamente, dando paso a momentos de deseo, dudas y la necesidad de romper con su vida actual.

Lo más extraño sucede cuando Sofía empieza a sospechar que su madre tal vez no está diciendo toda la verdad sobre su enfermedad. A partir de ahí, se mezclan situaciones del pasado, la presencia de un ex esposo y conflictos familiares que enredan aún más la historia.

Hot Milk es un drama con momentos de suspenso y un tipo de humor diferente al que estamos acostumbrados en películas mexicanas o de Hollywood. El final es sorpresivo y puede no gustarle a todos, pero sin duda es una película que invita a pensar en temas como el amor, la dependencia, el papel de las madres y el deseo de libertad.

Una cinta distinta, que tal vez no sea para todos, pero que vale la pena ver.

Rubí Rosas/El Telégrafo

Salir de la versión móvil